La Semana Santa en mi país es un tiempo muy especial. Se desarrollan gran cantidad de eventos religiosos como las procesiones, pero no solo eso. La Semana Santa es un tiempo en que las personas salen de sus casas y conforman una comunidad , por ejemplo, al elaborar alfombras de aserrín para las imágenes que pasan en procesión. Es un tiempo en el que colaboran niños, jóvenes y adultos. Algunos hacen las alfombras, otros proveen comida gratuita a los que trabajan. Los mayores les enseñan a los niños como hacerlo. Se trabaja hombro con hombro. Es algo que difícilmente se puede ver en otras circunstancias. Se trabaja durante horas, de madrugada, hasta ver el amanecer. Y el resultado es una obra de arte, bella, que desaparecerá en segundos bajo el peso de las andas. Las imágenes que salen en procesión representan actos de fe y devoción en quienes las cargan. Las devociones se trasladan de generaciones en generaciones en una misma familia. Las personas compran flores y las echan en las andas, se emocionan al verlas pasar. Es tan fuerte la vivencia, que es necesario experimentarla para comprenderla. Una señora amiga nuestra que murió hace unos años, durante su agonía, decía: "Ya viene el cortejo, ya va a salir la procesión". Así de fuerte se interioriza. La Semana Santa es un imaginario lleno de tradiciones, leyendas, gastronomía, arte, música, y por supuesto, religiosidad. El Covid-19 nos quitó eso. Desde el año pasado no ha sido posible tener una Semana Santa como solía ser. Es algo muy triste que creo nos pesa y nos duele a muchas personas. En la foto pueden ver una pequeña alfombra de aserrín que hice en mi casa cuando nos visitó una imagen pequeña de Jesús de Candelaria. La elaboré como una forma de intentar consolarme. Pero la verdad es que nada compensa la ausencia de las tradiciones de Semana Santa en mi país. Nada.
March 26, 2021
I have to get a steroid injection for my lower back this week. I fell over a year ago and that resulted in a bulging disc that is pinching a nerve. I was actually very lucky. Although I was scheduled to receive it in June, I was feeling well since I had not been working. I work in retail, therefore, I am on my feet for several hours per week which can exacerbate the pain. I knew that when I started taking two Aleve, twice per day, that it was time. I was instructed that I would need to have a COVID test 2 days before my injection, which I was glad to hear. It is a major hospital in CT, so no big surprise about the test and I was relieved to get it done. I was not and am not concerned that it will be positive, given how I and my family have followed guidelines. I can be an anxious person but for some reason, leading up to the test and waiting in line did not make me feel anxious at all. Weirdly enough, while I sat in my car, listening to Green Day, I felt "normal," while also noticing how surreal the actual experience was. The sign directing the line of cars, people in head-to-toe safety gear with clipboards, people waiting in their vehicles. After I checked in and pulled forward for the actual test, I felt comfortable and safe. I am aware of the many types of COVID tests available but did not know which would be used. I honestly didn't care. People complain about the "massive Q-Tip" that is shoved in your nose, touching your brain and I didn't quite understand the big deal, considering the alternative. I did have a massive Q-tip stuck up both of my nostrils and it was done. It was not a big deal and the man who did it was professional, friendly and had his system of conducting the test perfectly established. I drove away, seeing the long line of cars and felt as if this was a normal part of anyone's day, as if it is simply something that we do. Hours later I was wondering if my radical acceptance of that experience was a positive, negative or something else. I decided it's a mixture: a blending of a lot of colors and temperatures...just like any life experience can be, just like any day can be.
August 21, 2020