La Semana Santa en mi país es un tiempo muy especial. Se desarrollan gran cantidad de eventos religiosos como las procesiones, pero no solo eso. La Semana Santa es un tiempo en que las personas salen de sus casas y conforman una comunidad , por ejemplo, al elaborar alfombras de aserrín para las imágenes que pasan en procesión. Es un tiempo en el que colaboran niños, jóvenes y adultos. Algunos hacen las alfombras, otros proveen comida gratuita a los que trabajan. Los mayores les enseñan a los niños como hacerlo. Se trabaja hombro con hombro. Es algo que difícilmente se puede ver en otras circunstancias. Se trabaja durante horas, de madrugada, hasta ver el amanecer. Y el resultado es una obra de arte, bella, que desaparecerá en segundos bajo el peso de las andas. Las imágenes que salen en procesión representan actos de fe y devoción en quienes las cargan. Las devociones se trasladan de generaciones en generaciones en una misma familia. Las personas compran flores y las echan en las andas, se emocionan al verlas pasar. Es tan fuerte la vivencia, que es necesario experimentarla para comprenderla. Una señora amiga nuestra que murió hace unos años, durante su agonía, decía: "Ya viene el cortejo, ya va a salir la procesión". Así de fuerte se interioriza. La Semana Santa es un imaginario lleno de tradiciones, leyendas, gastronomía, arte, música, y por supuesto, religiosidad. El Covid-19 nos quitó eso. Desde el año pasado no ha sido posible tener una Semana Santa como solía ser. Es algo muy triste que creo nos pesa y nos duele a muchas personas. En la foto pueden ver una pequeña alfombra de aserrín que hice en mi casa cuando nos visitó una imagen pequeña de Jesús de Candelaria. La elaboré como una forma de intentar consolarme. Pero la verdad es que nada compensa la ausencia de las tradiciones de Semana Santa en mi país. Nada.
March 26, 2021
The pandemic is hitting records in Israel, but the vaccination rates too. Not far from our apartment, in Rabin square, there is a huge vaccination tent, one of many vaccination centers across Tel Aviv. All of our relatives and friends that are over 60, including all of our 6 (yes!) grandparents, received the vaccine shots, as well as some of our younger friends (doctors, social workers, teachers). But the vaccination festival will slow down in the next few weeks, since new supply is delaying. Actually the big tent in the square is no longer operating (the picture was taken yesterday) since they ran out of vaccines. As long as the vaccination operation went on, we were hoping to race our way out of this nightmare with an amok run. Now we are back to the gloomy days of the long passive wait: schools will close as of Friday, and younger people (younger than 60) will be vaccinated only in February. The passivity of the lockdown is in my eyes one of its most difficult aspects, the fact that the best fight is to avoid doing. To pause. The vaccines were such a success in Israel not only because it was what it was, but also because people could finally DO SOMETHING in order to get themselves and others out of it.
February 20, 2021